lunes, 10 de febrero de 2014

LA "PIEDRA DE LOS DEDOS" DE VILLACEID. POR: DAVID GUSTAVO LÓPEZ. MIEMBRO DE LA ASOCIACIÓN CULTURAL INSTITUTO DE ESTUDIOS OMAÑESES (I.E.O.) :

Villasecino. Los signos de la leyenda de la Virgen de Lazado. (Comprimida)
Foto: David Gustavo López


















Chana de Somoza. Los dedos también encajan. (Comprimida)Foto: David Gustavo López

















Piedra de los Dedos en el talud del castro. COMPRIMIDAFoto: David Gustavo López



















 LA PIEDRA DE LOS DEDOS (Comprimida)
Foto: David Gustavo López















¡Como un guante! (Comprimida)Foto: David Gustavo López











Nos envía David Gustavo López Miembro de la Asociación Cultural Instituto de Estudios Omañeses (I.E.O.), este trabajo de Villaceid:




LA “PIEDRA DE LOS DEDOS” DE VILLACEID
Autor texto y fotos: DAVID GUSTAVO LÓPEZ

Nada más que lo vi me llamó la atención: ¡Anda, mira, estos astures ya tenían establecido control de entradas mediante lectura de huella dactilar! Es una piedra casi cuadrada, con su cara exterior bastante plana, situada sobre uno de los taludes que miran al norte del castro omañés de Villaceid. Parece colocada allí exprofeso para que se vea y no se toque.

Sobre su superficie parecen estar grabadas las huellas de los cinco dedos de una mano izquierda. Los míos, por lo menos, encajaban perfectamente, tal y como se ve en la fotografía. Se trata posiblemente de una impresión de las yemas de los dedos.

Puede ser casualidad, pero la ubicación de la piedra ya resulta extraña. Además, no sería el único caso. Otro parecido encontré cerca de Chana de Somoza, en La Maragatería, mirando hacia el Teleno, el monte sagrado de los astures; otra fotografía que adjunto da prueba de ello.

Los dedos de Chana también podrían deberse a una casualidad, pero, sin salir de la provincia de León, hay más, por ejemplo, en tierras colindantes con Omaña, en Babia, donde están vinculados a la leyenda de la Virgen de Lazado, cuya ermita  es compartida por Villasecino y Truébano. Su original leyenda relata cómo, al lado de la fuente Esquilina, la Virgen, montada en un borrico y con el Niño en brazos, se apareció a un pastor y le pidió erigir una ermita, dejando como prueba de su voluntad tres huellas grabadas sobre una roca próxima: la mano de la Virgen, la madreña que calzaba y la pisada del borrico que montaba. Mi análisis no coincide con la interpretación popular, pero, siempre con imaginación, así podrían verse. Están grabadas sobre la cara vertical de una roca situada al lado de una fuente que brota en la ladera de un monte existente al sur de la ermita: los dedos alargados de una mano (más parece la simulación de una icnita de ave o de un dinosaurio tridáctilo), un círculo con cruz inscrita (símbolo solar que es considerado la huella del asno) y un podomorfo con tendencia a la forma de una madreña.

Las representaciones de manos son frecuentes a lo largo de la prehistoria e historia del hombre. Son célebres las halladas en pinturas paleolíticas (cuevas de Gargas y Cosques, en el sur de Francia; El Castillo, en Cantabria; Maltravieso, en Cáceres, etc.). Algunas, como las de El Castillo, poseen una antigüedad que llega a superar los 40.00 años (por el método del uranio), por lo que han llegado a atribuirse al hombre Neandertal. También las impresiones de dedos desligados del resto de la mano se dieron en este arte, como es el caso del Forau del Cocho (Huesca).

Sin ser tan frecuentes como los podomorfos (representaciones del pie), las de las manos también se observan en algunos petroglifos. En la necrópolis de Revenga (Regumiel de la Sierra, Burgos) existen insculturas  –para algunos investigadores, prehistóricas, para otros, altomedievales-  que  son simulaciones de huellas de  animales (osos, dinosaurios, etc.) y de manos izquierdas de seres humanos.


Respecto a la antigüedad de los grabados e insculturas de estas huellas el debate está servido. El investigador del CSIC Santos Estévez, especialista en los petroglifos gallegos, sitúa los podomorfos en la Edad del Hierro, datación que podría hacerse extensiva a los grabados e insculturas de manos. Otros arqueólogos también se aproximan a esta conclusión e, incluso, puntualizan más: Segunda Edad del Hierro, es decir, a mediados del primer milenio a. C., en coincidencia, en lo que a nuestro territorio se refiere, con los comienzos de la cultura astur, lo cual está en consonancia con la datación del castro de Villaceid donde se han hallado objetos que van desde la Edad del Bronce hasta la ocupación romana.


Nos hacemos una última pregunta ¿qué finalidad tenían? Las respuestas suelen girar en torno a los aspectos mágico-religiosos. Para el paleontólogo José Luis Sanz tienen significaciones místicas o sobrenaturales.

Sólo queda repetir que todo puede ser una casualidad, pero hay antecedentes como para, en principio, no descartar ninguna posibilidad.












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